Las aguas siguen bajando revueltas en la Iglesia de Estados Unidos, con muchos obispos enfrentados al Gobierno Biden por su defensa del derecho al aborto o al matrimonio homosexual. Una confrontación que tiene sus consecuencias a nivel intraeclesial, pues muchos prelados se señalan entre sí por esta cuestión, habiendo diferentes posturas, desde los que llaman a valorar la mayor sensibilidad de la Administración demócrata en la defensa del medio ambiente y de los inmigrantes, hasta los que, directamente, piden que no se dé la comunión a los políticos que están “en contra del derecho a la vida”.
En este convulso contexto, Thomas J. Paprocki, obispo de Springfield (Illinois) y presidente del Comité de Asuntos Canónicos y Gobernanza de la Iglesia en el Episcopado estadounidense, acaba de publicar, en la revista ‘First Things’, un controvertido artículo que se titula: ‘Imaginando a un cardenal herético’.
Artículo en ‘America Magazine’
Aunque no le nombra en ningún momento, la diana se sitúa en el cardenal de San Diego, Robert McElroy, pues se cita expresamente un artículo que este escribió, el 24 de enero, en la revista ‘America Magazine’, principal publicación de los jesuitas estadounidenses, y en el que el purpurado llamaba a integrar en las comunidades católicas a los homosexuales y a los divorciados vueltos a casar.
Para Paprocki, es rechazable esta actitud. Por lo que pregunta: “¿Qué pasaría si un cardenal de la Iglesia católica declarara públicamente que los actos homosexuales no son pecaminosos y que las uniones entre personas del mismo sexo deben ser bendecidas por la Iglesia?”.
Cambio de mentalidad
Con un todo mordaz, el prelado sostiene que, “hasta hace poco, sería difícil imaginar a un sucesor de los apóstoles haciendo declaraciones tan heterodoxas. Desgraciadamente, hoy en día no es raro oír a líderes católicos afirmar puntos de vista heterodoxos que, no hace mucho, solo habrían sido defendidos por herejes”.
A su juicio, “’hereje’ y ‘herejía’ son palabras fuertes, que la cortesía eclesiástica contemporánea ha suavizado con expresiones más suaves como ‘nuestros hermanos separados’ o ‘los fieles cristianos que no están en plena comunión con la Iglesia católica’. Pero la realidad es que los que están ‘separados’ y ‘no están en plena comunión’ (…) rechazan verdades esenciales ‘de la fe que ha sido dada a los santos’”. Por lo tanto, “es profundamente preocupante considerar la posibilidad de que los prelados que ocupan el cargo de obispo diocesano en la Iglesia católica puedan estar separados o no en plena comunión a causa de la herejía”.
Sin ningún proceso canónico
En este punto, Paprocki va más allá en su ataque nada disimulado a McElroy: “Normalmente, las sanciones canónicas exigen que se siga un proceso judicial o administrativo antes de imponer una pena. Sin embargo, es importante señalar que el canon 1364 dice que ‘un apóstata de la fe, un hereje o un cismático incurre en una excomunión latae sententiae’. Una excomunión latae sententiae es una sentencia en la que se incurre automáticamente sin ningún proceso canónico”.
Así, concluye el obispo de Springfield, “si un cardenal de la Iglesia católica, como cualquier otro católico que niegue la doctrina católica asentada, abraza la herejía, el resultado es la excomunión automática de la Iglesia católica”.
Canon 1364 de Derecho Canónico
Por si fuera poco, apelando a canon 1364 de Derecho Canónico, recuerda que, “si la contumacia de larga duración o la gravedad del escándalo lo exigen, pueden añadirse otras penas, incluso la destitución del estado clerical”.
Eso sí, puesto que “solo el Papa puede destituir a un cardenal o apartarlo del estado clerical en caso de herejía u otros delitos graves”, lanza un directo aviso a Francisco: “Si no lo hace, surge la indecorosa perspectiva de que un cardenal, excomulgado latae sententiae por herejía, vote en un cónclave papal”.