Historia: La gente muere, la cámara no parpadea y la foto nunca se olvida

Historia: La gente muere, la cámara no parpadea y la foto nunca se olvida

Hace un siglo, pagar por tener una fotografía tomada fue un lujo caro al igual que el equipo de fotos y desarrollo de películas y papel de impresión.

Entre los fotógrafos profesionales de postales más destacados está el fotógrafo español Aniana Plana Boter y los fotógrafos salvadoreños A. J. Salazar, O. Luria, Rosenblum Hermanos, Juan Galdames Armas, E. Martínez, H. Ramos, Federico Noltenius, Julio Rank, y Roberto Geissman, fueron pocos en número.

Sin embargo, ellos hicieron su vida tomando fotos de eventos sociales, posteriores a los terremotos e incendios, casas privadas y reuniones familiares, negocios, destacados de la ciudad y puntos de vista naturales para imprimir en papel fotográfico con el diseño de una postal para vender.

Una persona o grupo pagaría a un fotógrafo para tomar una foto y hacer múltiples copias para que pudieran haber sido enviados a amigos y familiares -- un "selfie" para compartir a través de ser enviado por correo, el Facebook del pasado.

Hasta la Segunda Guerra Mundial, la recolección y las tarjetas postales comerciales fue una enorme moda. Es una razón importante por la que muchas de las postales más antiguas han sobrevivido para echar un vistazo a un pasado olvidado.  Recuerdos se desvanecen. La gente muere. La cámara nunca parpadea. La foto nunca se olvida.

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Esta fotografía desde el lenguaje corporal, parece que el hombre de la derecha, sosteniendo la mula con el equipaje y mirando el suelo en lugar de la cámara, es el sirviente. Su ropa, zapatos y sombreros son más modestos y de menor calidad que los del hombre de la izquierda que mira directamente al fotógrafo.

Es posible que el hombre en la fotografía estuviera de camino a su finca en el campo y pidió que su retrato fuera impresionado en el papel postal para enviar copias por correo a sus amigos o familiares; O el fotógrafo puede haber pedido que tome su fotografía para hacer una postal para vender a turistas extranjeros. Nunca conoceremos la historia real porque, a excepción del nombre de la compañía de San Miguel que tomó la foto, los nombres del fotógrafo y de los sujetos fotográficos se han perdido en la historia.

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