Nicaragua: Dialogar y patrullar las calles con un AK al hombro

Antes, Ortega y su gabinete se habrían reunido con una delegación de la Organización de los Estados Americanos (OEA), pero tampoco hubo otra cosa que alguna llamada a reformar el sistema electoral.

Nicaragua: Dialogar y patrullar las calles con un AK al hombro

El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, ha aprendido de sus cercanos amigos venezolanos Hugo Chávez y Nicolás Maduro que ganar tiempo pidiendo diálogo sin ofrecer garantías de respetar los acuerdos, es la mejor táctica para “enfriar” a la oposición popular y salir de los titulares de los periódicos internacionales.

A diez meses de que en abril de 2018 explotara la crisis social más profunda desde que Ortega está en el poder, una crisis que ha dejado cerca de 400 muertos, cientos de detenidos, desaparecidos y exiliados, el presidente vuelve a abrirle la puerta al diálogo con los empresarios y con la Iglesia católica como “invitada”.

Mediante un comunicado emitido el pasado fin de semana, el Ejecutivo nicaragüense refirió que “se reunió con un grupo de empresarios representativos del sector privado nicaragüense, para abordar temas importantes para el bien común del país”, y que a la mesa estuvieron presentes como “invitados” tanto el presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, el cardenal y arzobispo de Managua Leopoldo José Brenes, y el nuncio apostólico, Waldemar Stanislaw Sommertag.

Antes, Ortega y su gabinete se habrían reunido con una delegación de la Organización de los Estados Americanos (OEA), pero tampoco hubo otra cosa que alguna llamada a reformar el sistema electoral.

Toda vía de diálogo se había cerrado desde julio de 2018, por la oposición del gobierno de Ortega a negociar ni elecciones nuevas ni su salida de la presidencia. Ahora, con el agua al cuello y con una crisis económica, política y social de dimensiones extremas, el sandinista vuelve a abrir las puertas de la negociación

Pero muchos sectores en Nicaragua y observadores internacionales se preguntan sobre cuál es el fondo real de esta apertura, sobre todo cuando el propio Ortega ha calificado a los obispos de Nicaragua como “cómplices de los golpistas”” y sus huestes, en las calles, han amedrentado, golpeado y perseguido a los sacerdotes católicos.

A lo sumo, se estarían discutiendo algunas reformas al sistema electoral nicaragüense, pero de ninguna forma el gobierno de Ortega prevé adelantar las elecciones que se efectuarían en noviembre de 2021.

“La situación es muy tensa. El gobierno ve a la Iglesia como un enemigo y mira con suspicacia cada palabra y cada movimiento de sus miembros por lo que sucede desde abril de 2018 cuando estallaron fuertes protestas contra el gobierno. Hay varios casos de intimidación por parte de la policía contra presbíteros y religiosos”.

Eso lo explica a la agencia vaticana Fides un sacerdote nicaragüense que solicitó –por obvias razones de seguridad– permanecer en el anonimato. Aunque “las actividades pastorales se están llevando a cabo con relativa normalidad”, el sacerdote cuenta a Fides que la vigilancia sobre la Iglesia es constante.

Y añade: “Aquí en la parroquia, la policía viene todos los días para ver quién asiste a la misa y escucha lo que digo en la homilía. Se infiltran para escucharla y grabarla”.

Otros sacerdotes están sujetos al mismo trato. Incluso “tres obispos están en el punto de mira de la policía”. Al menos tres sacerdotes, además del cardenal Brenes, el obispo auxiliar de Managua, Silvio José Báez, y el Nuncio Sommertag, fueron atacados en el pasado.

“Vivimos en un ambiente de miedo y gran inseguridad. Incluso la policía de tránsito circula con Kalashnikov”, terminó describiendo el sacerdote nicaragüense.

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