La carne de roedor tradicionalmente se degusta como un tentempié, pero la pandemia de coronavirus lo ha convertido en un plato de resistencia. Los ratones en Malaui han pasado a ser un ingrediente esencial en la dieta de la población más pobre, amenazada por el hambre.
A lo largo de los 320 kilómetros de carretera que separan Blantyre y Lilongwe, las dos principales ciudades del país africano, decenas de vendedores proponen a los viajeros brochetas de carne de roedor. A medio camino, en el distrito de Ntcheu (centro), Bernard Simeon se ha convertido en uno de estos chefs informales.
Según cuenta un agricultor de la zona., “cazamos al ratón para vivir. Lo utilizamos como complemento de nuestra dieta diaria y lo vendemos a los viajeros para conseguir ingresos”, “Ya era difícil antes del coronavirus, ahora se ha vuelto mucho más difícil”.
Por su parte, el nutricionista y jefe del ministerio de Salud, Sylvester Kathumba, afirma que desde hace unos meses, las autoridades sanitarias recomiendan el consumo de ratón, una alternativa a la carne que se ha vuelto inaccesible”.
Y como la epidemia afecta en especial “a gente con baja resistencia inmunitaria, recomendamos una dieta rica”, aboga Francis Nthalika, a cargo de la alimentación en la unidad de salud del distrito de Balaka.