Un sismo de magnitud 6,2 sacudió una zona montañosa en el noroeste de China, convirtiéndose en el temblor más mortal que ha golpeado al país en casi una década. El sismo, que ocurrió justo antes de la medianoche del lunes, ha dejado al menos 127 personas muertas y más de 700 heridas, según informaron las autoridades.

El epicentro del terremoto se ubicó en el condado Jishishan, en la provincia de Gansú, a tan solo 5 kilómetros del límite con la provincia de Qinghai. Las consecuencias del desastre fueron devastadoras, ya que destruyó viviendas, caminos y derribó cables de luz y comunicaciones en la región, dejando a miles de personas desplazadas y luchando contra las frías temperaturas invernales.

Mientras los equipos de rescate se apresuran a buscar a sobrevivientes entre los escombros y al menos un alud de tierra, los residentes que perdieron sus hogares se ven obligados a pasar una fría noche en carpas improvisadas en puntos de evacuación. El Centro de Redes Sísmicas de China situó la profundidad del epicentro a solo 10 kilómetros, lo que contribuyó a la intensidad del terremoto.

Hasta el momento, se han registrado al menos nueve réplicas, con la mayor alcanzando una magnitud de 4,1, aumentando el temor y la incertidumbre entre la población. Las autoridades de Gansú y Qinghai han pedido refuerzos adicionales de trabajadores de búsqueda y rescate para enfrentar esta tragedia.

El Presidente chino, Xi Jinping, ha instado a realizar todos los esfuerzos posibles en las operaciones de búsqueda y rescate con el objetivo de minimizar el número de víctimas. Las condiciones climáticas empeoran aún más la situación, ya que las temperaturas mínimas durante la noche oscilan entre los -15 y -9 grados Celsius (-5 y 16° Fahrenheit).