Qué es el "oscuro" capitalismo de la vigilancia de Facebook y Google y por qué lo comparan con la conquista española

La economista asegura que el capitalismo de la vigilancia es "un sistema global que amenaza a la naturaleza humana" y que el precio que pagaremos por ello -si no lo frenamos a tiempo- es renunciar a nuestra propia libertad.

Qué es el "oscuro" capitalismo de la vigilancia de Facebook y Google y por qué lo comparan con la conquista española

Esa afirmación sintetiza un cambio que se fraguó hace 20 años en las oficinas de Google, cuando la tecnológica buscaba un modelo económico rentable para hacer crecer su negocio sin tener que vender los resultados de búsqueda (y evitar que internet fuera de pago).

Lo logró gracias a una lucrativa fórmula que cambiaría para siempre la naturaleza del negocio y que permitiría, por primera vez en la historia, predecir (y modificar) el comportamiento del consumidor a través de un algoritmo de "caja negra" (una suerte de maquinaria "invisible").

Ese sistema sentaría los cimientos de lo que la economista y filósofa Shoshana Zuboff* ha llamado el "capitalismo de la vigilancia", una forma de capitalismo "sin precedentes" que predice las acciones de los internautas en el mundo real con el único propósito de beneficiar a las empresas. Las experiencias de los usuarios se convierten así en materias primas que permiten crear datos para adelantarse a comportamientos futuros.

Zuboff fue una de las primeras mujeres en obtener una cátedra subvencionada en la Harvard Business School y lleva años investigando cómo las tecnologías están transformando el mundo en que vivimos.

La economista asegura que el capitalismo de la vigilancia es "un sistema global que amenaza a la naturaleza humana" y que el precio que pagaremos por ello -si no lo frenamos a tiempo- es renunciar a nuestra propia libertad.

A continuación, les mostramos un extracto de una extensa conversación que BBC Mundo mantuvo con ella.

El capitalismo de la vigilancia diverge en muchos aspectos de la historia de la economía de mercado, pero en gran medida sigue su patrón tradicional. Ese patrón, tal y como lo han descrito ampliamente los historiadores, es que el capitalismo evoluciona al reclamar cosas que residen fuera del mercado para traerlas a su dinámica y transformarlas en comodities (productos y servicios que la gente necesita) que puedan comprarse y venderse.

El capitalismo industrial evolucionó incluyendo la naturaleza en esa dinámica de mercado para convertirla en una mercancía. Lo mismo ocurre con la idea de trabajo; las actividades de la gente en sus casas, en sus jardines, en sus campos, fueron reclamadas por la dinámica de mercado y reconvertidas en mano de obra asalariada que pudiera venderse y producirse.

Pero en el capitalismo de la vigilancia se produce un giro oscuro e inesperado, pues reclama experiencias humanas privadas -que residen en nuestros cuerpos, en nuestras casas, en nuestras ciudades, en nuestra vida diaria- para convertirlas en datos de comportamiento e integrarlas al mercado.

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