¿Queremos un buen candidato o un buen presidente?

Planes, misiones, súper misiones y promesas son lo que no han escaseado en las últimas décadas en los que los presidentes Salvadoreños ha dirigido el rumbo del País.

¿Queremos un buen candidato o un buen presidente?

Todo mundo espera un candidato sonriente, carismático, cercano a la gente, que en los mítines se pone el sombrero, habla bonito y hace sentir a la gente tomada en cuenta.

Pero, los salvadoreños se preguntan: ¿queremos esa misma fórmula de siempre?

¿queremos un buen candidato presidencial

ó ¿queremos un buen presidente?.

No tenemos que pensar que el próximo presidente deba ser un buen candidato, mucho menos, el candidato por excelencia, hay que escoger al que sea un buen presidente, no un buen candidato. Un pésimo candidato es al que cuando le preguntan a qué se debe el aumento de gasolina o el alto costo de la vida no responda con un mensaje populista, inspirador y evasivo, sino que conteste con una realidad y con una solución, ya que se espera que resuelva no que aproveche ese problema para atacar a su adversario.

El Salvador necesita un presidente que tenga el temple, la prudencia, y el conocimiento técnico con una fórmula distinta, capaz de enfrentar los retos de nuestra nación con experiencia, conocimiento, herramientas económicas, y no con populismo y ataques (como hacen los mediocres que no tienen ideas claras y solo saben atacar).

Es por eso que el Salvadoreño está vez no votará por mejor candidato, sino por el mejor presidente, por ese hombre que ha podido trascender pensamientos, ideales y colores partidarios, él gobernará con sensatez y mesura, el que respetará la constitución de la República para ver por el crecimiento y desarrollo de nuestra nación.

¿Queremos un buen candidato o un buen presidente?