La salvadoreña Gabriela Stephanie Reyes es parte de muchos casos de personas desaparecidas que las autoridades de seguridad de El Salvador tienen archivados en su oficina, sin embargo, para su familia la ausencia ha causado un profundo vacío.

Muchos pueden pensar que este es un hecho más del accionar de las pandillas; sin embargo, un grupo de ciudadanos denominados desaparecidos 503, se han dado a la tarea de poner en la mesa el trasfondo de esta problemática la cual el Gobierno no le está prestando el verdadero valor para combatirlo.

De acuerdo a esta agrupación, el caso de Reyes se remonta al año 2014 cuando la madre de la menor optó por dejarla en una casa ubicada en las cercanías de Lourdes, Colón, La Libertad, para viajar a Estados Unidos y poder darle un futuro mejor.

Para la joven de 14 años de edad y el resto de familia, la condición económica mejoró significativamente ya que la compatriota logró establecerse en una ciudad de esa nación, donde logró obtener un trabajo fijo para poder sacar adelante a los suyos.

Pero esta situación, llegó a oídos y ojos de los pandilleros que operan en la zona, por lo tanto realizaron una serie de extorsiones a la joven estudiante salvadoreña. 

Ante esto, la mujer que se encontraba fuera del país mandaba dinero para evitar que atacaran a su hija. Aunque la fémina acataba lo que le indicaban, la extorsión se iba incrementando, hasta el límite que ya no podía pagarla.

Los enfurecidos delincuentes en esa época dieron un “tiempo de gracia” para que pudieran “ponerse al corriente”, caso contrario privarían de libertad a la menor de edad.

Vencido el tiempo de espera, la migrante no pudo entregar lo exigido debido a que sufrió un accidente de tránsito, que la dejó inválida en Estados Unidos.

Esto fue aprovechado por los malhechores, raptaron a Gabriela y la llevaron a un lugar desconocido.

“La señora solicitó ayuda a varias personas, pero solo se aprovecharon de ella para sacarle pisto”, expresó uno de los miembros de Desaparecidos 503 que prefirió el anonimato por su seguridad.

El anónimo aseguró que han transcurrido tres años de la privación de libertad de Gabriela, pero son pocas las pistas que se tienen de ella. Sin embargo, señaló que ella es víctima del esclavismo sexual, que es un nuevo modo de operar de los terroristas.

Meses atrás fue la última vez que fue vista la víctima, mientras era ofrecida sexualmente a hombres en Ateos, Sacacoyo, La Libertad.

“Esta forma de delinquir está afectando a las personas del área rural, se están llevando niñas y jóvenes. La Policía esta sabedora de estos casos, pero no están haciendo nada para detenerlo”, sostuvo la fuente.

Agregó, que los pandilleros raptan a las menores y las prostituyen en el Área Metropolitana de San Salvador  (AMSS), se enfocan especialmente en las niñas que tienen familiares en Estados Unidos.

“Muchas de las menores han logrado huir de este mundo, porque tienen contactos con pandillas… Pero esto no lo dicen, las autoridades no lo hablan”, reprochó.

Hasta la fecha, afirmó que conocen al menos cuatro casos más que tienen la misma forma de operar de estas estructuras delincuenciales.

Ante esta situación, Sociedad Alternativa interrogó a las autoridades pero la Policía Nacional Civil (PNC) pero la institución por medio de su departamento de comunicaciones informó que no llevan registro de este tipo de casos, ya que le corresponde a la Fiscalía General de la República (FGR).

Por su parte, la FGR indicó que no llevan contabilizado los casos de desaparecidos porque no es un delito, pero señalaron que en lo que va del año van 1092 personas privadas de libertad, es decir, de 7 a 8 personas raptadas diariamente.

Al solicitar datos sobre la tendencia de mujeres privadas de libertad, el asesor del Fiscal aseguró que se debe pasar por otro proceso.