Daniel Ortega amenaza con guerra a sus opositores para evitar un final como el de Evo Morales

La dimisión de Morales fue considerada por la oposición nicaragüense como “esperanzadora”, y los motivó a redoblar plantones de protestas que son quebrados por las tropas especiales de la Policía.
Daniel Ortega amenaza con guerra a sus opositores para evitar un final como el de Evo Morales

En un discurso altisonante brindado ante el consejo político del ALBA-TPC, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, amenazó a sus opositores con una guerra, de ser necesario, para evitar un desenlace como el de Evo Morales, quien renunció a la presidencia de Bolivia luego de fuertes protestas populares y tras la rebelión de las Fuerzas Armadas de ese país.

"Que se fijen bien lo que están haciendo los imperialistas de la Tierra aquí, en Bolivia, y la señal que le están dando a América Latina, porque hemos apostado a la vía electoral, pero creo que lo de Bolivia es una prueba de fuego para que se pueda sostener la mínima confianza en la vía electoral; de lo contrario, los Pueblos se sentirán con todo el derecho, la obligación de buscar las armas para tomar el poder por la vía revolucionaria”, aseguró el comandante Ortega en la noche de este jueves en Managua, donde se realizó la reunión del bloque izquierdista.

Las declaraciones de Ortega sobre Bolivia ocurren en un momento en el que Nicaragua continúa sumida en una crisis sociopolítica, desde abril de 2018. Aunque la intensidad de las protestas ha disminuido debido al estado policial impuesto por el Gobierno, el acoso contra detractores sandinistas es pan de cada día.

La dimisión de Morales fue considerada por la oposición nicaragüense como “esperanzadora”, y los motivó a redoblar plantones de protestas que son quebrados por las tropas especiales de la Policía.

Morales renunció a la presidencia después de que las Fuerzas Armadas le retiraran su apoyo, por lo que Ortega insistió en que en Bolivia “ocurrió un golpe de Estado”.

El gobierno sandinista reaccionó a los sucesos de Bolivia redoblando las labores represivas de la Policía y su propaganda a través de sus medios de comunicación y redes sociales, la cual busca aterrorizar a los ciudadanos.

Desde la renuncia de Morales, los miembros del gobierno y los simpatizantes sandinistas han amenazado sin pudor con “plomo y balazos” a los opositores. Primero lo hizo el presidente de la Asamblea Nacional, Gustavo Porras, en un mitin incendiario ante los sindicatos afines al sandinismo. Luego, el propio hijo del presidente, Juan Carlos Ortega Murillo, proclamó en las afueras de la sede del Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep) que “la libertad se conquista a balazos”, desafiando al gremio empresarial, que mantiene una postura crítica ante el gobierno de Ortega.

En las redes sociales también circuló un video en el que paramilitares encapuchados —autonombrados ‘Frente Norte Carlos Fonseca Amador’— lanzaron una amenaza beligerante contra los opositores del norte de Nicaragua, a quienes amenazaron con “bajarle la mano a quien se atreva a levantarla”.

En la noche de este jueves el presidente Ortega habló por primera vez en público sobre la situación de Bolivia y dijo: “¡Que lo piensen bien los que están jugando con fuego! ¡Que lo piensen bien! Porque están jugando con fuego”, remarcó el mandatario, señalado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de cometer crímenes de lesa humanidad en 2018.

Es misma noche, luego de las declaraciones de Ortega, once personas fueron detenidas por la Policía cuando intentaban llevar agua a familiares de presos políticos que mantienen una huelga de hambre en la iglesia San Miguel, en Masaya, una de las ciudades más golpeadas por la represión. La Policía mantiene rodeado el templo y no permite el ingreso ni la salida de los huelguistas ni de otras personas.

El gobierno de Daniel Ortega sostiene que las protestas que sacudieron a su Gobierno en 2018 fueron un “intento de golpe de Estado”.

Por el contrario, la Organización de Naciones Unidas (ONU) calificó lo sucedido como una masacre cometida por la administración sandinista, que dejó más de 350 personas muertas.

Daniel Ortega amenaza con guerra a sus opositores para evitar un final como el de Evo Morales