Balamkú o "Cueva del dios Jaguar", el extraordinario santuario maya que va a reescribir la historia de Chichén Itzá

Se descubrió por casualidad, cuando cuatro campesinos caminaban por la selva que, en 1966, rodeaba a la zona arqueológica de Chichén Itzá.

Balamkú o "Cueva del dios Jaguar", el extraordinario santuario maya que va a reescribir la historia de Chichén Itzá

Era la entrada a una cueva donde había vasijas y figuras prehispánicas. En ese entonces, los especialistas que estudiaban las famosas ruinas de la península de Yucatán, en el sureste de México, decidieron cerrar el acceso a lo que presumían era un recinto sagrado.

Cinco décadas después se reabrió el sitio y lo que se encontró es considerado uno de los principales descubrimientos de la antigua civilización maya.

El lugar se llama Balamkú o “la cueva del dios Jaguar”, donde se han registrado cientos de objetos arqueológicos utilizados hace más de mil años.

El hallazgo ayudará a reescribir la historia de Chichén Itzá explica el arqueólogo Guillermo de Anda, director del programa Gran Acuífero Maya del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Los objetos dentro de la cueva se encuentran “en un extraordinario estado de preservación” gracias a que se tomó la decisión de cerrar la cueva.

"Estuvo sellado durante mucho tiempo, la información quedó detenida en el tiempo durante más de mil años", dice el investigador a BBC Mundo.

"Cuando uno encuentra una cueva no alterada tiene ante sí un tesoro invaluable de información".

Esto permitirá conocer más datos sobre los fundadores de Chichén Itzá, uno de los centros ceremoniales más importantes de los antiguos mayas.

Además, “la cueva del dios Jaguar” puede aportar más datos sobre el contacto de esta civilización con otros pueblos, especialmente los ubicados en la región central de lo que hoy es México.

Uno de los descubrimientos más importantes del intercambio cultural de los mayas con otras civilizaciones mesoamericanas, es el hallazgo de 200 incensarios, muchos con la imagen y figura de Tláloc.

Era el dios de la Lluvia para los aztecas y otros pueblos que habitaban en regiones que hoy son, por ejemplo, Ciudad de México, Hidalgo o el Estado de México.

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