Esta semana tendrá lugar en el condado de Chester (Pensilvania, EE.UU.) la audiencia preliminar en el caso de Jason y Amanda Moore, acusados por la muerte de su hijo de 4 años, al haberlo expuesto de manera negligente e imprudente al fentanilo.
La pareja de padres, de 36 y 35 años, se entregó el 11 de agosto a la corte de distrito de la localidad de Downington. Posteriormente, fueron remitidos a la prisión del condado de Chester y se fijó una fianza de 250.000 dólares. La oficina del fiscal de distrito local anunció su detención el pasado 18 de agosto e indicó que ninguno podría tener contacto con niños, incluidos los propios, informaron medios locales.
De acuerdo con la denuncia legal, los hechos remiten a la mañana del 29 de noviembre de 2022, cuando la Policía respondió a una llamada al 911 sobre un menor inconsciente en una residencia de Thorndale, en el municipio de Caln. En la escena, los oficiales vieron a Jason Moore realizando una maniobra de reanimación cardiopulmonar (RCP) a su hijo, que se prolongó hasta la llegada de los equipos de emergencia. Trasladaron al niño a un hospital, donde fue declarado muerto.
Los investigadores no encontraron signos de lesiones, hematomas o rasguños y determinaron que la víctima habría fallecido minutos antes de que su hermano mayor, de 13 años, intentara despertarlo. Con la autopsia inicial no se pudo determinar las causas del deceso, motivo por el cual los detectives decidieron regresar al hogar y recolectar evidencia que aclarara lo sucedido.
Luego del análisis de objetos sospechosos, en enero de 2023 se informó la presencia de trazas de fentanilo en el palito de una piruleta dulce a medio comer, recuperada de un bote de basura en la habitación de los acusados. En ese mismo mes, la oficina forense del condado de Montgomery reveló que pruebas toxicológicas al niño habían confirmado la presencia de esa misma droga en su cuerpo, concretamente en la sangre del corazón y en el tejido cerebral. De este modo, se estableció que el menor falleció por la toxicidad derivada del opioide en cuestión.
La noche anterior a su muerte, el pequeño se había quejado por dolores de cabeza y sudoración y sus padres le suministraron Tylenol, un analgésico y antipirético de venta libre. Se durmió en el sofá y se despertó una vez a las 4:00 antes de volver a quedarse dormido. A las 7:00 de la mañana, Jason y su esposa salieron a trabajar y dejaron a su hijo de 13 años a cargo de sus dos hermanos, de 4 y 3 años. Pasadas las 10:30, el adolescente se comunicó con su mamá y le dijo que no podía despertar a su hermano, por lo que Jason regresó a casa y llamó al 911, poco después de las 10:45.
Meses más tarde, en abril, la investigación determinó que Moore había retrasado la llamada a la línea de emergencia para limpiar cualquier indicio de consumo de drogas. Al parecer, en el domicilio había bolsitas con fentanilo en el suelo (algunas vacías), con las que la víctima pudo haber entrado en contacto. Asimismo, los análisis a muestras de cabello de la madre dieron positivo para esa sustancia, para anfetaminas y metanfetamina. El laboratorio a cargo de los exámenes catalogó a Amanda como una usuaria crónica y frecuente de tales narcóticos.
"Esta es una tragedia devastadora debido al fracaso total de los acusados como padres. Al llevar drogas mortales a su hogar, expusieron a su hijo de 4 años a este veneno, que resultó en la muerte de este inocente. No cumplieron ni siquiera con sus deberes más básicos de responsabilidad y cuidado [...] Este caso demuestra tristemente los peligros extremos de esta epidemia y su amenaza continua para nuestra comunidad, incluidos nuestros niños más vulnerables", aseguró la fiscal de distrito de Chester, Deb Ryan.